La obediencia según el Método Montessori
La obediencia es uno de los temas que más preocupan en la m(p)aternidad. Se trata de una actitud que genera diferentes reacciones: algunos padres quieren que sus hijos sean obedientes mientras que otros creen que la obediencia les privará la libertad y el pensamiento crítico. Por este motivo, hoy en el blog quiero aclarar algunas dudas sobre la obediencia según el Método Montessori.
¿Qué es la obediencia?
Según Maria Montessori la obediencia es una actitud responsable, que se desarrolla en la infancia y es necesaria para vivir en sociedad. Sin embargo, es común tener una idea equivocada y pensar que ésta consiste en doblegar la voluntad del niño para someterla a la del adulto. Pero esto no es obediencia, es sumisión.
“El error fundamental es pensar que la voluntad de un individuo debe ser destruida para que pueda obedecer, es decir, que acepte y ejecute una decisión tomada por la voluntad de otra persona.” Maria Montessori
Según Montessori, disciplina y libertad deben ir de la mano. Por este motivo, la obediencia debe partir siempre de una libre elección dentro de unos límites establecidos con anticipación, escuchando las necesidades y opiniones del niño para llegar a acuerdos y no a través del sometimiento mediante amenazas o chantajes.
Entonces, para que el niño pueda obedecer, primero debe:
- Entender qué se le está pidiendo.
- Tener la competencia para poder hacer lo que se le pide.
- Saber qué ventajas tiene para él cumplirlo.
Pero, sobretodo debe querer hacerlo. Por todas estas razones, para el desarrollo de la obediencia es imprescindible educar la voluntad.

¿Qué entendemos por voluntad?
La voluntad es la actitud que nace de un impulso interno (horme) y que permite al niño autoconstruirse. Para desarrollarla, el niño debe tener control de su propio cuerpo y consciencia de sí mismo.
El desarrollo de la voluntad es un proceso lento que permite alcanzar la capacidad de decidir por uno mismo y tomar decisiones sanas. Por tanto, es una condición necesaria para lograr la autodisciplina. Esta se dará porque el niño entiende la conveniencia de seguir las reglas ya que éstas son un beneficio para el grupo y para el propio individuo.
Para entender la diferencia entre obediencia y sumisión veamos el ejemplo de un niño de 6 años a la hora de comer:
Este niño debe conocer con anterioridad que puede hacer y que no debe hacer en la mesa. Estas serán las normas. El niño puede decidir entre comer o lanzar la comida. Cualquiera que sea su decisión será obra de su libertad, pero los límites le ayudarán a resolver que la mejor opción es comer.
Aquí el adulto debe anticipar al niño que va a suceder si decide tirar la comida al suelo. El niño decidirá por voluntad propia y el adulto aplicará la consecuencia para que el niño aprenda a distinguir entre lo correcto y lo incorrecto.
Si observamos que esto se convierte en un patrón de comportamiento, deberemos entender qué necesidad hay detrás de esta conducta y buscar soluciones para resolver el problema.
En cambio, un niño sumiso es aquel que actúa a través del miedo, no porque realmente lo decida voluntariamente. Es un niño que busca constantemente la aprobación del adulto para actuar.
“La obediencia impuesta a un niño por la fuerza, tanto en el hogar como en la escuela, obediencia que no reconoce los derechos de la razón y la justicia, lo prepara para ser un adulto que se resigne a cualquier cosa. La practica generalizada en las instituciones educativas de exponer a la reprobación, de hecho a una especie de burla publica al niño que comete un error, le infunde un terror incontrolable e irracional frente a la opinión de los demás, por injusta y errónea que esta pueda ser.”

Los tres grados de obediencia según el Método Montessori
Primer grado:
Esta primera fase comprende desde el nacimiento hasta los 3 años de vida aproximadamente. Aquí el niño todavía no tiene autocontrol ni voluntad. Por tanto, la obediencia solo se producirá cuando la orden que recibe coincida con sus necesidades vitales.
Por ejemplo, si le decimos que venga a la mesa a comer, el vendrá si tiene hambre.
A medida que vaya teniendo más autocontrol puede que obedezca a instrucciones que no están necesariamente ligadas a sus necesidades vitales. Podrá ser que a veces obedezca y a veces no. Estos actos no debemos considerarlos como signo de desobediencia sino que simplemente todavía no ha desarrollado la voluntad suficiente para hacerlo.
Segundo grado:
Este segundo grado se alcanza entorno a los 6 años de edad dependiendo el grado de madurez y la habilidad que posea. Aquí el niño ya es capaz de obedecer porque comprende la voluntad del adulto y ya ha alcanzado el autocontrol y el desarrollo de la voluntad adecuada para hacerlo.
Tercer grado
En este nivel no sólo es capaz de obedecer sino que lo hace con entusiasmo y alegría cuando es consciente de que la persona que le da la instrucción es capaz de hacer cosas que él todavía no puede hacer, es como si la obediencia naciera del respeto y la admiración hacia esa persona.
¿Por qué desobedece un niño?
Un niño desobedece por las siguientes razones:
- Porque no se establecieron los límites.
- Porque los límites no se presentaron con exactitud.
- Porque no se le presenta las consecuencias cuando no respeta los límites.
- Porque aún no tiene edad para obedecer.
Tips para ayudar a tu hijo a obedecer
En definitiva, debemos tener claro que la obediencia no viola la libertad de los niños sino que les ayuda a practicar una buena toma de decisiones. A continuación te dejo algunos tips para ayudar a tu hijo a desarrollar la obediencia según el Método Montessori:
- Observa al niño. Conoce cuales son sus necesidades según la etapa en la que se encuentra. Si tienes dudas puedes descargarte mi ebook gratuito en el qué hablo de ello.
- Si es menor de 6 años, ayuda a desarrollar la voluntad a partir de ejercicios de vida práctica.
- Crea normas conjuntas en familia donde se tenga en cuenta el criterio y la opinión de todos. Te dejo el enlace donde hablo de la diferencia entre normas y límites aquí.
- Ofrece siempre al niño la capacidad de elegir dentro de unos límites razonables.
- Establece consecuencias anticipadas para saber cómo actuar en el caso de que no se cumplan.
- Mantener siempre el respeto por el niño y su dignidad.
- Si observas que no se esta cumpliendo, revisa y enfócate en soluciones.
- Realiza reuniones familiares para fomentar la confianza y la cooperación.
Y sobretodo no te olvides de ser constante y paciente. La obediencia es una habilidad que requiere mucha práctica convencimiento personal.