Comunicación efectiva: fundamentos, enfoque y habilidades

Comunicación efectiva: fundamentos, enfoque y habilidades.

¿Te cuesta comunicarte a veces con tu hijo? ¿No entiendes su comportamiento? ¿Os cuesta llegar a acuerdos? ¿Tu hijo no hace lo que le pides?

En el post de hoy, hablamos sobre la comunicación y reflexionamos sobre aspectos muy importantes si quieres entender el comportamiento de tu hijo y tener una relación cercana basada en la confianza y en la comunicación efectiva.

¿Por qué es tan importante la comunicación?

Somos seres sociales y necesitamos comunicarnos con los demás. La comunicación es el sistema que nos permite interactuar, intercambiar y recibir información del medio que nos rodea. Ha sido la principal herramienta que ha permitido la evolución del ser humano y es vital durante las etapas de desarrollo.

La comunicación siempre tiene una carga y una intencionalidad, de ahí que el lenguaje no verbal sea mucho más importante que el verbal. Comunicar es mucho más que sólo palabras, es expresar emociones, interpretar, comprender, escuchar, pensar…. Por tanto, la primera reflexión que podríamos hacer aquí es que todo el rato estás comunicando algo, aunque tu intención sea no decir nada, ya estás dando una información al otro.

¿Por qué mi hijo me lleva la contraria?

Para educar y comunicar de manera efectiva, debemos tener en cuenta el proceso madurativo que están experimentando los niños y adolescentes, y no tomárselo como algo personal. Cuando me refiero a proceso madurativo, me refiero al proceso de individuación, que es el proceso por el cual se están constituyendo como individuos y personas individuales separadas de los demás. Esto a menudo es bastante incómodo para muchos padres, ya que los niños están constantemente desafiando los límites, como ocurre en los temidos 2 años o la adolescencia. 

El primer paso, sería no tomarse esto a personal porque, realmente, no es contra ti sino que es un proceso natural por el que pasan todos los niños  y que en algunos casos puede llegar a ser más o menos conflictivo dependiendo de muchos factores.

Pero, ¿Por qué mi hijo no entiende el no?

Con frecuencia, los padres nos frustramos y no entendemos porque los niños de 0 a 3 les cuesta entender el no por respuesta. De hecho, es divertido ver cómo parece que aumentan las ganas de hacer eso a lo que le acabamos de decir que no. Sobre este tema, debes de saber que los niños no entienden el no cómo lo hacemos lo adultos y que, además, ese no va contra su propio instinto de desarrollo. 

Entre los 0 y los 6 años, se está desarrollando su autonomía e iniciativa a través del “yo hago”. Es por ello que ese no, puede llegar a generarle mucha confusión y dilema interno, ya que el niño tiene que elegir entre seguir las instrucciones de sus  padres a los que quiere o seguir su instinto biológico y hacer algo para lo que está programado.

En este sentido debemos tratar de evitar usar el lenguaje negativo y cambiarlo por el positivo. Por ejemplo, si le digo a un niño: “no te sientes”, después de explicar esto, ya nos podemos imaginar qué será lo que hará. Sin embargo, si sustituimos el no por lo que si queremos que haga, estamos ayudando al niño a saber lo que se espera de eel evitando ir en contra de su instinto explorador. 

Y si el niño es un adolescente, ¿Por qué mi hijo no me hace caso? 

Además, de tener en cuenta lo anteriormente mencionado, es decir, el proceso madurativo del ser humano, cuando un adolescente no cumple un acuerdo suele ser por los siguientes motivos:

  1. No ha habido un acuerdo realmente. 

Muchas veces queremos creer que hemos llegado a un acuerdo, cuando nos han dicho sí porque simplemente era lo que queríamos escuchar y realmente no estaba de acuerdo. Muchas veces, estas situaciones suceden cuando el niño está distraído viendo la tele o jugando, ¿se puede considerar eso un acuerdo?

  • No hacemos un seguimiento del acuerdo o lo hacemos inadecuadamente desde la crítica,  la amenaza o la reprimenda.

Debemos de entender que, es bastante normal, ya que niños y adultos tienen unas prioridades y necesidades diferentes. 

En este sentido, amenazar, criticar o perder los nervios y las formas no servirá para nada. Debemos tener paciencia y realizar un seguimiento del acuerdo evitando reaccionar a la primera de cambio o perder los nervios.

¿Y cómo debería de hacerlo entonces?

Algunos trucos son:

  •  Hacer comentarios simples y concisos: «He notado que … ¿Podrías por favor hacerlo ahora?» (siendo sensible y empáticos)
  •  Como respuesta a los peros y a las objeciones, pregunta: «¿Cuál era nuestro acuerdo?». Si sigue con más objeciones usa la comunicación no- verbal: señala el reloj, señala el acuerdo, sonríe, dale un gesto de cariño y vuelve a señalar el reloj o algo que recuerde el acuerdo.
  •  Cuando el niño ha accedido a cumplir el acuerdo (muchas veces no muy contento con ello) agradece que se haya respetado el acuerdo y olvídate de todo lo demás, es decir, no entres en reproches ni generalizaciones.
    1. Nos centramos más en el resultado que en el proceso. El proceso de involucrar a los niños en la búsqueda de soluciones y acuerdos que sean buenos para ambas partes importa mucho más que el resultado. Si sólo valoramos y nos importa el comportamiento o el resultado, no estamos teniendo en cuenta las necesidades, los sentimientos y la opinión de los niños. Recuerda que para que los acuerdos se cumplan con mayor efectividad, el niño debe sentirse escuchado y partícipe de esa decisión.
  • Están acostumbrados a que no se les tenga en cuenta o no suelen hacer acuerdos.

Estudios demuestran que los niños tienden a tener mejor autorregulación emocional cuando sienten que sus padres están dispuestos a negociar y que su opinión cuenta. Esto les permite entrenar la habilidad de la negociación y la responsabilidad. Y como todo si el niño no está acostumbrado, en general o contigo, debe entrenarse y acostumbrarse. Con la práctica, sin duda, mejorará.

Entonces no me queda claro, ¿Cuál debe ser mi actitud entonces?

La clave es combinar la amabilidad con la firmeza. Ser amable significa que soy respetuosa con las necesidades del niño y ser firme significa que soy respetuosa con mis necesidades como adulto y de la situación. 

Los niños merecen tener la oportunidad de desarrollar las competencias para la vida, un entorno que no inflinja culpa, verguenza y dolor.  Un entorno que tampoco los rescate ni sobreproteja privándoles de la oportunidad de trabajar los músculos de la decepción, necesarios para afrontar los altibajos de la vida. 

Necesitan de un entorno que ofrezca amor, respeto, cooperación y compasión en el que puedan desarrollarse de forma segura y experimentar de forma sana con los límites. 

¿Ganarte al niño o ganar al niño?

Muchos padres que ganan a sus hijos no se hacen la pregunta: si tú eres el ganador, ¿En qué estás convirtiendo a tu hijo?

Buscar el ganar-ganar, en lugar, del ganar-perder es la clave. Para evitar las luchas de poder y los conflictos que se repiten una y otra vez sin solución, es necesario cooperar y, para ello, debemos de aprender nuevas habilidades y cambiar los hábitos que tenemos y que no ayudan como: regañar, castigar, amenazar, reaccionar, perder los nervios…

Dos de las habilidades más importantes son la escucha activa y la capacidad de hacer preguntas de curiosidad que nos ayuden a llegar a sólidos acuerdos y a que todo el mundo se sienta comprometido, partícipe e involucrado. En la escucha activa debemos tener en cuenta que ver la tele o responder whatsapps mientras tu hijo te habla no es escucha activa y que reaccionar y no dejarlo terminar de hablar, tampoco lo es.

La comunicación efectiva, sin duda, es un proceso lleno de matices que requiere de mucho entrenamiento pero que con la práctica da muy buenos resultados.

¿Te ha parecido útil la comunicación efectiva? Cuéntamelo en los comentarios.

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